El gran acontecimiento de la Beatificación de María Emilia Riquelme nos ha convocado como familia congregacional durante estos tres días para profundizar en el llamado que todos hemos recibido de Dios a la santidad; y es así como nos hemos congregado como Iglesia,  laicos y religiosas en un mismo sentir y gozo para saborear la vida de santidad de María Emilia, desde la experiencia vivida y compartida de una forma muy sentida  por Monseñor Luis Gabriel Ramírez Díaz; como abrebocas para la gran celebración eclesial que tendremos el próximo 9 de Noviembre cuando nuestra Madre Fundadora será reconocida en la Iglesia Universal como Beata. 

Es María Emilia, la que vivió los rasgos de Jesús Eucaristía, la que bebió del torrente de la fuente inagotable de la vida en Dios.  Es la mujer, que configurándose con Cristo acepta la voluntad de Dios en todas las experiencias sacrificiales que de El recibía, con la mirada puesta en su Señor a quien un día le había prometido fidelidad.

La santidad es la proyección del amor que impregna a la persona que se deja poseer por Jesucristo. En María Emilia lo podemos descubrir viendo su despliegue de dulzura y caridad a lo largo de su andadura de fe, expresado en el lema de la Congregación fundada por ella, en el desprendimiento de los bienes temporales compartidos con los más necesitados y desprotegidos, en su desposesión de sí misma manifestado en su humildad.  

María Emilia nos enseña a enamorarnos de Jesús Eucaristía a centrar nuestra vida en Él, y como consecuencia de nuestra adoración comprometernos más con los pobres y servirlos desde el silencio; con un corazón que no solo ama si no que se dona con alegría.

Hoy la Iglesia reconoce su santidad y nosotros participamos de su santidad, al asumir el reto de seguir su espiritualidad Eucarística, Mariana y Misionera; durante estos días hemos podido conocer y empapar nuestro corazón de lo que el 9 de noviembre del presente año quedará en la historia de las Misioneras del Santísimo Sacramento.

Que este gran acontecimiento de la Beatificación de María Emilia sea para nosotros el camino a la santidad. Y nuestro compromiso sea el de llevar a todos los hombres y mujeres al encuentro con el Dios de la vida. 

Ha sido un encuentro muy enriquecedor para todos los que hemos tenido la oportunidad de participar y nos llevamos como compromiso y preparación a lo largo de estos seis meses ahondar más en el conocimiento de la vida y santidad de María Emilia, retomando el estudio de nuestras constituciones, la relectura de su biografía y vivir bien la Eucaristía: celebrar y adorar.